La revolución favoreció un curioso fenómeno entre los detractores del proceso modernizador en Francia, nostálgicos de un pasado perdido que rememoraban con añoranza. Coco Chanel llegó a decir que «el accesorio es lo que hace o deshace a la mujer». Hacia 1870, las faldas se llevaron aplanadas por delante y abultadas por detrás, para lo que se sustituyó el miriñaque por el polisón, que se sujetaba con un cojín encima de la enagua.
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