Por otra parte, la mayor libertad de la que habían gozado las mujeres durante la guerra quiso ser perpetuada tras el fin de la contienda, ya que no quisieron renunciar a los adelantos conseguidos: la femme ornée de los años anteriores a la guerra se convirtió en la femme liberée. Calzaban sandalias atadas con correas y llevaban unos gorros de fieltro de forma cilíndrica, de 12 a 15 cm de altura (excepto el rey, que era de 20 a 25 cm).
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