Balenciaga inició su carrera en San Sebastián adaptando la moda francesa al gusto español, hasta que en 1937, a causa de la Guerra Civil, se instaló en París, donde gozó de gran éxito, especialmente en los años 1950, cuando presentó sus famosas túnicas, sus sastres libres, sus trajes saco y sus vestidos de noche con forma de calabaza. Partiendo de unas premisas básicas de renovación y búsqueda de la identidad propia, surgieron diversas subculturas con elementos definitorios propios y diversos: la tendencia kogyaru se basaba en una estética derivada de las estudiantes de instituto, centrada en uniformes escolares, con el uso de faldas cortas de cuadros, pichis y blusas de cuello Peter Pan; la vertiente ganguro («rostro negro») se inspiró en la imagen de las jóvenes californianas de pelo rubio o pelirrojo y piel bronceada, con uso de faldas cortas de colores brillantes y zapatos de plataforma; los otaku desarrollaron una estética derivada del anime y manga; la corriente lolita defendía una imagen más recatada e ingenua, con influencia de la moda victoriana, y se dividió en varias ramas, como sweet lolita, classic lolita, punk lolita o gothic lolita.